Francisco Cuesta, Manuel Peralvo, Natalia Valarezo
Diciembre 2009
ECOBONA, Intercooperation
ISBN: 978-9942-9966-0-2
Los bosques montanos tropicales son ecosistemas frágiles que contienen una diversidad biológica caracterizada por su alto grado de singularidad y rareza. Estos ecosistemas únicos se encuentran seriamente amenazados a lo largo de su distribución. El alto grado de vulnerabilidad a los cambios globales (cambio climático y las dinámicas de cambios de cobertura y uso de la Tierra) requiere de acciones urgentes para promover su conservación, no solo por sus enorme riqueza biológica sino porque juegan un papel fundamental en el mantenimiento y abastecimiento de agua de la cual dependen más de 40 millones de personas en los Andes Tropicales. Estos bosques también juegan un papel fundamental en el mantenimiento del clima a nivel regional y continental al facilitar muchos de los procesos de circulación global y al captar una gran cantidad de agua de los bancos de nube que se precipitan por efectos de la orografia andina. De igual manera, estos bosques tienen un rol importante en el balance de CO2 de la atmósfera, los mismos que pueden llegar a acumular entre 20 a 40 toneladas de carbono por hectárea, lo que los convierte en un importante sumidero.
El presente estudio construyó una propuesta que permite mapear la distribución remanente de los bosques de montaña en los Andes Tropicales tanto a nivel ecosistémico como a nivel de tres grandes grupos (biomas) climáticos: bosques pluviales, estacionales y xerofíticos. A partir de esta cobertura se construyeron estadísticas regionales que permiten evaluar su remanencia, representatividad en los sistemas nacionales de áreas protegidas y la construcción de un conjunto de indicadores que permiten evaluar su vulnerabilidad a posibles cambios de cobertura de la tierra. A partir del mapa de ecosistemas andinos se realizó un análisis de la vulnerabilidad de los bosques de montaña a los efectos del cambio climático utilizando modelos de nicho para los años 2020 y 2050 a partir de dos modelos CGMs (HADCM3 y CCCMA) corridos para dos escenarios de emisión (SRES) A2 y B2. Los resultados muestran una tendencia clara de pérdida de áreas de los tres tipos de bosques. El escenario A2 reporta una mayor pérdida de áreas que los escenarios B2 siendo los más fuertes los correspondientes al modelo HADCM3. Los rangos del porcentaje de pérdida entre el escenario más tenue y el más drástico oscila entre 6% (CCCMA B2) a 7% (HADCM3 A2) para los bosques pluviestacionales, entre 13% y 21% para los pluviales y entre 4 a 5% para los xerofíticos.
Las principales áreas que podrían tener importantes pérdidas potenciales de bosques montanos debidas a cambio climático se concentran en las áreas protegidas de la vertiente Amazónica de la Cordillera Oriental. Las áreas con pérdidas más significativas son el PN Yanachaga-Chemillen, PN Manu, el PN Madidi junto con el ANMIN Apolobamba y el PN Carrasco y PN Amboró. Sobre la base de estos indicadores se identifican áreas prioritarias de conservación que permitan delinear a futuro procesos de manejo, adaptación y el establecimiento de programas de monitoreo a largo plazo. Las áreas prioritarias para los bosques pluviales se encuentran concentradas en la porción sur de la cordillera occidental y oriental de Colombia (departamentos de Cauca, Chocó, Putumayo y Nariño), en la Cordillera del Cóndor y el sur de la cordillera oriental de Ecuador (Provincias de Morona, Loja y Zamora). En Perú las áreas de importancia se encuentran dispersas a lo largo de las Yungas con un área importante en la frontera con Bolivia.
Los bosques estacionales, presentan dos áreas muy relevantes, los bosques de la cordillera de Chilla en la provincia de Loja y El Oro en el Ecuador y en el margen oriental del río Marañón en el Departamento de Amazonas en norte peruano y en el suroriente de Bolivia en los bosques Bolivianos Tucumanos del departamento de de Tarija y Chuquisaca. Las áreas prioritarias para los bosques xerofíticos se encuentran en el norte de Perú en el margen occidental del río Marañón, en los departamentos de Cajamarca, Piura y La Libertad y en los bosques del sur de la provincia de Loja y el Oro en Ecuador y, especialmente, en los bosques xerofíticos bolivianos-tucumanos de Santa Cruz y Chucisaca.