- Cada 5 junio, desde 1974, celebramos el día mundial del medio ambiente con el objetivo de sensibilizar a la población en temas ambientales, llamando a la incidencia y acción política
- Este 2020, el tema está centrado en la biodiversidad, como sustento de la vida en nuestro planeta y la íntima vinculación con la salud humana.
- La pandemia del Covid19 nos pone en evidencia que toda alteración que realizamos sobre la biodiversidad, trae consecuencias para la humanidad como la aparición de enfermedades y plagas.
- Es por ello que la conservación, uso sostenible y restauración de nuestros bosques andinos se vuelven claves para lograr esta armonía entre los habitantes de la región andina y la naturaleza y ambiente.
Hablar del medio ambiente es involucrarnos, e involucrar a todos y todas, a reconocer y valorar los bienes y servicios que nos brinda la naturaleza y los recursos para vivir. Hoy mas que nunca, en un escenario de crisis sanitaria, vemos con mayor claridad esta dependencia.
Es por ello que requerimos una convivencia saludable, sostenible y en equilibrio, que saque lo mejor de nosotros y la consciencia de la enorme responsabilidad de seguir conservando la naturaleza, nuestra biodiversidad y los bosques de montañas.
Los bosques andinos son uno de los ecosistemas claves y versátiles para la población que vive en y alrededor de ellos, su salud ecológica permite obtener beneficios directos e indirectos, alimentos, agua, medicinas, madera, diversidad biológica, la regulación del ciclo del agua, almacén de carbono, protección y formación del suelo, entre otros. Además, ellos mismos se convierten también en espacios místicos y recreativos, ligados a la cosmovisión andina.
Según la FAO[1], “alrededor de 1.6 miles de millones de personas dependen de los recursos forestales para sus medios de vida, y la mayoría de ellos (1.2 miles de millones) emplean los árboles en sus granjas y predios para generar alimento e ingresos. Más aún, muchos países en vías del desarrollo cuentan con la energía proveniente de los bosques para sostener el 90% de los requerimientos energéticos”.
Para el Programa Bosques Andinos – PBA, iniciativa del Programa Global de Cambio Climático y Ambiente de la Cooperación Suiza para el Desarrollo (con presencia en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), los bosques andinos representan uno de los ecosistemas más importantes de las montañas.
La fragilidad de los bosques andinos radica no sólo en haber sido sobreexplotados y, en algunos casos, reemplazadas sus áreas por cultivos agrícolas o plantaciones con especies exóticas; sino también, porque el cambio climático está afectando su distribución y composición.
Los bosques andinos – y su biodiversidad – vienen siendo amenazados por incendios forestales producto de las actividades agrícolas y la quema de pastizales. A diferencia de la Amazonía, los bosques andinos tienen una presión constante y no regulada respecto a los incendios que ocasionan que miles de hectáreas de vegetación se pierdan y dejen de beneficiar a la misma población.
Así, dentro de los objetivos del PBA el promover la generación y difusión de conocimiento científico en temas clave para promover sinergias entre adaptación, mitigación y gestión sostenible de paisajes, es clave.
A través de la facilitación de investigación, foros, intercambio de experiencias, se cuenta actualmente con más información sobre la importancia de los bosques andinos en la región y los vacíos que existen para poder mejorar las capacidades de gestión del recurso forestal de los andes.
Como ejemplo mencionamos lo expuesto por Fadrique et al. (2018), quienes encontraron evidencia de cambios en la composición de los bosques andinos, con especies de tierras bajas moviéndose hacia elevaciones mayores, utilizando datos de cerca de 200 parcelas manejadas por investigadores de la Red de Bosques Andinos. Sin embargo, estos cambios son heterogéneos y están mediados por procesos, como la alteración de la elevación de la franja de formación de nubes, la dificultad de las especies leñosas de colonizar áreas sobre la línea de bosque, y la influencia de regímenes de uso del suelo. Adicionalmente, se indica, que las especies de árboles de bosques andinos, a mayor elevación, sufren una mortalidad sobre reclutamiento, con la consecuente disminución de sus áreas (Duque et al. 2015; Báez et al. 2015).
Para detener la deforestación y mejorar la capacidad de restauraciòn ecosistémica, el PBA realizó estudios y propuso indicadores de impacto de prácticas de restauración, sobre la composición de las comunidades de plantas, la productividad del suelo, y para evaluar los costos asociados con el establecimiento, mantenimiento y monitoreo de las áreas restauradas
Asimismo, se establecieron lineamientos y orientaciones, que permitieron apoyar procesos de planificación nacional para la restauración de áreas degradadas. La generación de un protocolo para el monitoreo, a largo plazo, de la interacción entre diversidad de árboles y dinámicas de carbono en bosques montanos, permitieron contabilizar el aporte de bosques andinos (Pinto y Cuesta. 2019)
El programa se ha preocupado también por el rescate de saberes locales, que identifican el conocimiento de la población sobre los bienes y servicios ecosistémicos de las especies arbóreas y arbustivas; así como, sobre el tiempo y el clima, sus percepciones de cambio, y en los servicios ecosistémicos. Estos saberes locales son importantes en una estrategia de restauración, porque abarcan las diferentes etapas en la regeneración natural de las especies arbóreas y arbustivas, así como, la propagación asistida de especies nativas, (Huasasquiche y Kometter 2018).
El contexto actual nos plantea retos importante en gestión del conocimiento y la gestión sostenible de paisajes de bosques andinos. Es nuestro compromiso el mantener el vínculo y articulación con la academia, el sector público, la sociedad civil y los actores locales para seguir generando información sobre los procesos de cambios ambiental,es las respuestas a los mismos, y sus impactos en los ecosistemas de bosques andinos.