Por Claudia Paan
Periodista de Día_1 / El Comercio
Pese al retorno de las lluvias a varias zonas del interior, las sequías siguen preocupando al sector agroexportador.
Paradoja: un dicho o hecho que parece contrario a la lógica. Algo así como que el Perú sea el octavo país en el mundo con la mayor cantidad de recursos hídricos, pero que en tiempo de escasez de lluvias su agricultura –por no hablar de su población– sufra por falta de abastecimiento de agua, debido a problemas de almacenamiento.
Y esto fue evidente a finales del año pasado cuando una fuerte sequía (la más intensa de los últimos 20 y 30 años en la sierra norte y en la sierra centro occidental, respectivamente) azotó 17 regiones del país dejando grandes pérdidas.
A inicios de este mes, por ejemplo, se calculaba que en Puno la ausencia de lluvias había dañado entre el 30% al 40% de los cultivos en trece provincias de la región y sus distritos. Mientras tanto, en Piura hasta la semana pasada se contabilizaban S/200 millones en mermas y un 50% del área cultivada afectada.
Si bien las lluvias regresaron a gran parte del país y se incrementa el volumen de agua en los reservorios de la costa, todavía la sequía sigue preocupando a los agricultores.
“Las pérdidas se dan anualmente. En los últimos dos o tres meses del año ya no hay agua. Y las lluvias que comienzan en la quincena de enero –como sucede ahora– no son la solución para este problema”, señala Donald Lecarnaqué, ex presidente de la Central Peruana de Pequeños Productores de Banano Orgánico.
Cabe decir que este gremio está exportando 50 contenedores menos al mes y han perdido 1.500 hectáreas, lo que se traduce en una merma de US$12 millones.
Según los cálculos de Joel Siancas, presidente del consejo directivo de la Cámara de Comercio de Sullana, a menos que se tomen las medidas necesarias, las pérdidas para la agroexportación en la región Piura podrían alcanzar los S/540 millones.
EL REMEDIO, PERO NO LA CURA
Pero, ¿cómo están enfrentando los agroexportadores este escenario? De acuerdo a Ádex, un grupo de exportadores del norte del país han construido pozos de agua para almacenarla, a fin de no verse afectados en el corto y mediano plazo.
En el caso de algunos pequeños productores, cuyos cultivos se encuentran cercanos a los ríos (que son el 1% de las empresas del norte) –explica Lecarnaqué– la solución ha sido comprar motores para acercar el agua.
Adicionalmente a estas acciones, todas las compañías vienen aplicando esquemas de optimización del agua en sus tierras y –en algunos casos– han reducido sus áreas de cultivo.
Sin embargo, como lo menciona Sergio Salinas, profesor de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico (UP), estos esfuerzos no atacan el problema principal: una mejor gestión del agua.
Uno de los grandes problemas dentro de la gestión del agua en el país es el estado de los reservorios. Un caso claro es el de Poechos (Piura) con más de cuarenta años de operación, este proyecto ya no almacena los 800 mil metros cúbicos anuales para los que fue construido, sino 50% menos debido a la poca preocupación de las autoridades locales y al impacto de tres fenómenos de El Niño.A esto se suma que en los últimos años –y pese a la situación de Poechos– se han seguido otorgando licencias para la ampliación del área agrícola en la zona. En pocas palabras: la menor cantidad agua que hay se está repartiendo entre más cultivos.
Pero, como remarcan Siancas y Salinas, no solo hay que mejorar las obras que ya están funcionando, sino sumar nuevas.
En esa línea, el catedrático de la UP remarca la necesidad de que Ica, una de las provincias que vienen impulsando el ‘boom’ agroexportador, cuente con un almacén hídrico, ya que la falta de mayor abastecimiento de agua está frenando un mayor crecimiento.
Por su parte, Siancas agrega que si en su región se optimizara la administración del agua, la producción se podría incrementar en 20% aproximadamente.
Y estas mejoras no solo contribuirían a aumentar la producción, sino también a que nuestros alimentos sean más competitivos.
Por ejemplo, Ádex indicó que en el primer semestre del 2016 la poca disposición del agua desencadenó en una menor calidad de la oferta de menestras y en consecuencia, en sus menores precios en el exterior.
Pero para alcanzar estas metas no solo basta con grandes y modernas obras, gran parte de la ecuación es mejorar la administración. Y esta es la parte más delicada.
Hoy en día, esta tarea recae en manos de gobiernos regionales y autoridades locales. Cabe recordar, en este punto, que actualmente las empresas administradoras de agua tienen pérdidas por encima del 50% de este bien.
Es por ello que el economista Alberto Pascó-Font comenta que estas instituciones deben buscar una forma sostenible de gestión de infraestructura de riego que beneficie tanto a la zona urbana como a la industrial. Y en este esquema recomienda trabajar de la mano del sector privado, que se debe encargar de la gestión –claro está– bajo fiscalización.
Otro tema a revisar es el de los precios del agua. Para Salinas se tienen que sincerar los costos para la agricultura. Una buena noticia dentro de este río ha sido las intensiones del Gobierno por mejorar el acceso al agua y asegurar una mejor infraestructura hídrica en el país.
Y sobre esto último, Abelardo de la Torre Villanueva, jefe de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), anunció la construcción de pequeños reservorios en las zonas afectadas por la pasada sequía y la elaboración de un programa nacional de gestión de recursos hídricos con el que se desea resolver el problema integral de los próximos 30 años con una inversión de S/150,000 millones.
En los próximos cinco años se espera la construcción de presas, zanjas de infiltración y ejecutar una forestación. Todos los actores involucrados esperan que estas medidas estén puestas en la dirección correcta ya que, con el calentamiento global, el Perú será uno de los más grandes afectados con la escasez de este oro líquido. El momento de tomar acciones es ahora.
Fuente: El Comercio
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