El crecimiento de las ciudades y la degradación de los ecosistemas son las principales causas de la escasez de agua en la región, y el cambio climático es un factor adicional que agudiza este problema (Buytaert & De Bièvre, 2012). Actualmente en el Perú tenemos USD 3,500 millones en brecha de infraestructura de agua y saneamiento y cada vez se hace más complicado disminuirla.
En los últimos años se ha realizado grandes inversiones en infraestructura de saneamiento, gracias a la cual mucha gente tiene acceso a agua potable y alcantarillado; sin embargo, se hizo muy poca inversión en protección contra riesgos naturales y mucho menos en mantener los servicios ecosistémicos hídricos que abastecen de agua a las ciudades; más por el contrario este tipo de infraestructura natural de protección y conservación se ha ido degradando debido a actividades antrópicas. Como consecuencia, retrocedemos en lo poco que avanzamos en cerrar la brecha en infraestructura; es como el problema del gusano (durante el día sube 3 metros y en la noche resbala 2 metros) que todos los ingenieros tuvimos que resolver alguna vez en nuestra vida pre-universitaria.
Casos emblemáticos que reflejan bien esta problemática son las represas construidas en la costa del país, cuya vida útil se vio reducida debido a la colmatación; pero también existen otros casos mucho más dramáticos, principalmente los relacionados con pequeña infraestructura de saneamiento. Por ejemplo, el caso donde se construyó un sistema para abastecer agua potable para una pequeña población, pero al poco tiempo de funcionamiento, la cuenca de aporte fue tan degradada que el caudal del agua disminuyó a menos de la mitad del caudal de diseño, por lo que se vieron obligados a buscar una nueva fuente, lógicamente más alejada y los costos mucho más elevados que el sistema inicial.
Un nuevo enfoque, basado en infraestructura verde, se promueve desde el sector público, la academia y la sociedad civil. La infraestructura verde es una amplia gama de acciones que conservan o restauran los ecosistemas en las cuencas, y que tiene un rol complementario a la infraestructura gris (infraestructura tradicional de saneamiento). Lo nuevo de todo esto es que se ha avanzado en desarrollar metodologías para realizar el análisis costo – beneficio de esta Infraestructura Verde y con esto es posible incluirla como una alternativa más en el proceso de la toma de decisiones.
Este análisis costo-beneficio de la Infraestructura Verde es posible gracias a nuevos paradigmas en los sistemas de monitoreo hidrológicos, diseñados específicamente para responder la pregunta “cómo influye la recuperación o degradación de los ecosistemas en el comportamiento hidrológico de una cuenca?”, es decir que significa en cantidad de agua el haber reforestado una determinada área, o que significa en cantidad de agua el haber recuperado una zona de pastizales sobre-pastoreada?.
Evidencias de este tipo de monitoreo podemos observar a través de la Iniciativa Regional de Monitoreo Hidrológico de Ecosistemas Andinos – iMHEA, que hace seguimiento a los beneficios hidrológicos de una docena de intervenciones de infraestructura verde, por ejemplo, la de recuperación de pastos en la Comunidad Campesina de Huamantanga (Lima, Cuenca del Río Chillón).
Fuente: Info Andina. Ver enlace original aquí.