Los ecosistemas de montaña en los Andes y en particular los bosques andinos, cumplen un rol clave en la provisión de bienes y servicios ecosistémicos. Aunque son altamente vulnerables a los efectos del cambio climático, también cumplen un gran potencial para la mitigación, adaptación, restauración de funciones ecosistémicas y reducción de la vulnerabilidad de los modos de vida y el desarrollo sostenible de las poblaciones locales.